Ay que tierna, que linda y dulce es nuestra Blasa, como le gusta sentirse querida!! A veces con demasiada efusividad, te echa las patas sin ser consciente de su tamaño y peso, la ves tan "grandota" que se te olvida que es solo una cachorra que no ha disfrutado del amor y atenciones necesarias en sus primeros meses de vida. Ella se esfuerza por aprender, la correa la acepta y lo ve como un juego, pero poco a poco caminará muy bien, es muy humilde, se tumba rápidamente panza arriba en juegos y caricias, solo necesita un ratito con las personas nuevas, su cerebro lucha con su corazón para dejarle acercarse a desconocidos, pero gana siempre su corazón! Nos encanta verla relacionarse con la manada, imitar comportamientos, es cachorra y entre iguales se siente muy cómoda, aunque ver a un humano conocido es derretirse de amor y correr hacia ti a saludarte y pedirte complicidad.
Historia: Blasa fue uno más de la gran cantidad de avisos que recibimos en verano, la protectora desbordada, la situación (demasiado habitual) de limites sobrepasados y el ánimo por los suelos por la frustración de no contar con más recursos... Blasa, aterrada, con heridas, sola en medio de un paraje sin población cercana... No podíamos dejarla ahí, la herida (no sabíamos que llevaba un lazo metálico colgando) se infectaría, sus probabilidades de supervivencia inexistentes, y su muerte sería con demasiado sufrimiento! No sabemos de donde sacamos fuerzas a veces (bueno si lo sabemos, con los recursos personales de nuestros voluntarios, ya de por sí sobre saturados, gente maravillosa que brinda sus hogares, su dinero... chapó por nuestra buena gente), pero a por Blasa que fuimos. Su mirada era entre asombro, incredulidad, rendición?... Se dejó hacer, se dejo cuidar... y necesitaba que la quisieran...